Sus padres siempre le protegieron enviándole a una escuela pequeña dónde todos le aceptaban y le respetaban, pero cuando Jaylen tenía 8 años decidió que quería ir a una escuela mucho más grande. Allí comenzó el bullying, sus trastornos empeoraron con el estrés y los “tics” se volvieron mucho más fuertes. Durante ese año Arnold sufrió muchas peleas, faltas de respeto y situaciones desagradables. Le daba vergüenza que los otros niños vieran sus «tics» y supieran que era diferente, por lo que intentaba con todas sus fuerzas contenerlos, pero no podía:“Es como un gran estornudo… puedes retenerlo por unos segundos, pero luego explota muy fuerte”. Al final Jaylen tenía “tics» todo el día y los otros niños se burlaban y los imitaban.
Poco después, la maestra le puso un pequeño cartel que decía que tenía un problema médico, el síndrome de Tourette. La maestra pensó que le estaba ayudando, pero ello supuso aún mayor vergüenza para Jaylen. Su condición empeoró tanto que empezó a hacerse daño involuntariamente con sus “tics”. No era su intención, pero el estrés y sobreestimulación eran tan fuertes que sus «tics» se volvieron muy duros y violentos.
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